La política suele gritar; la justicia, en cambio, habla en voz baja. Así ocurrió la tarde de este martes en Villahermosa, cuando Oswald Lara Borges levantó la mano derecha y asumió la presidencia del Tribunal Electoral de Tabasco (TET). No hubo confeti ni porras, pero sí algo más escaso en los tiempos actuales: palabras sobrias, ideas claras y un compromiso firme.
La ceremonia ocurrió en un salón que guarda el eco de muchas decisiones y pocos aplausos: la sala de sesiones “Eduardo Antonio Méndez Gómez”, corazón jurisdiccional del TET. Allí, rodeado por magistradas, legisladores y autoridades electorales, Lara Borges tomó el timón de una institución que no siempre aparece en las primeras planas, pero que se convierte en protagonista cuando las urnas hablan y los desacuerdos arrecian.
No es un cargo menor. Quien preside un tribunal electoral no se limita a mirar códigos; tiene que leer el alma de la democracia, interpretar sus contradicciones y aplicar la ley sin temblores, incluso si tiembla la plaza pública.
EL NUEVO GUARDIÁN DEL VOTO
“El juez no solo interpreta la ley, la aplica con independencia”, soltó Lara Borges como quien clava una estaca en el centro de la sala. Lo dijo sin titubeos, con la convicción de quien entiende que los principios no son adorno.
Al contrario, en momentos de polarización política y escepticismo ciudadano, esos principios son lo único que separa al derecho del capricho.
Y es que la justicia electoral es como el pararrayos de una democracia: invisible en días soleados, pero esencial cuando arrecia la tormenta. El nuevo presidente lo sabe.
Por eso delineó su ruta en tres ejes que suenan más a compromiso que a promesa: fortalecer técnica y éticamente al tribunal, acercar la justicia electoral a la gente y establecer un diálogo sobrio con todos los actores políticos y sociales.
EL ACTO, LOS SÍMBOLOS, LOS SILENCIOS
La magistrada Margarita Espinosa Armengol, decana del tribunal, fue quien tomó la protesta. Hubo respeto y ceremonia, pero sin excesos. El gobernador Javier May atestiguó la sesión solemne con la sobriedad que exige el equilibrio entre poderes. Lo mismo hicieron los presidentes del Congreso local y de la Jucopo, además de representantes del INE y el IEPCT.
El mensaje fue claro: Tabasco no está para simulaciones. En un estado donde los conflictos electorales pueden adquirir dimensiones incendiarias, contar con un tribunal fuerte, imparcial y confiable es un ancla para la paz democrática.
Los presentes, más que figuras, representaban instituciones. Y el momento, más que un cambio de estafeta, parecía un recordatorio: la legalidad es el lenguaje común que permite a la política no convertirse en guerra.
DE LO TÉCNICO A LO HUMANO
Lara Borges habló de profesionalización, de capacitación continua, de imparcialidad. Pero más allá de los términos de oficina, su propuesta apunta a una justicia cercana y comprensible.
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Porque en muchos rincones de Tabasco, para muchos ciudadanos, el tribunal electoral sigue siendo una especie de oráculo distante, más asociado con el litigio de élites que con los derechos del pueblo.
Convertir ese aparato en algo accesible no es tarea de escritorio, sino de calle. Es ponerle rostro humano a la ley. Y es también un mensaje hacia dentro: que quienes administran justicia electoral no solo sepan derecho, sino que lo vivan con sentido institucional y vocación pública.
UNA PRESIDENCIA QUE COMIENZA EN TIEMPOS DE DEFINICIONES
El periodo de Lara Borges irá del 1 de mayo de 2025 al 1 de mayo de 2027. No son años comunes. En el calendario político de México y Tabasco, son años de transición, definición y, posiblemente, turbulencia. A mitad de sexenio y con el relevo de alcaldías, diputaciones y, eventualmente, gubernaturas, el tribunal electoral será árbitro en juegos de alta tensión.
Y si el árbitro no es firme, el juego se descompone.
Por eso la relevancia de esta jornada. Porque lo que se juró en esa sala no fue un cargo, sino la defensa de un principio: que el poder se somete a la ley, no la ley al poder.
LA DEMOCRACIA, ESA CRIATURA DELICADA
La democracia es frágil. No se quiebra de golpe, sino por fisuras. Un tribunal débil, una elección opaca, una resolución injusta: cada grieta abre paso a la duda, y cuando la duda crece, el voto se devalúa y la paz pública se tambalea.
Por eso, que un tribunal se fortalezca, aunque parezca un hecho menor, es un escudo más para ese animal delicado que es la democracia.
Este martes, en un salón sin multitudes, con palabras mesuradas y miradas serias, Tabasco eligió blindar su tribunal electoral.
Y eso, en estos tiempos, es más que una buena noticia: es una señal de esperanza.
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