En el mundo perfecto existe seguridad, con una policía bien adiestrada y equipada. En el mundo perfecto, las personas no temen por la violencia, sino que enfocan su energía en salir adelante. En el mundo perfecto, la principal universidad de la comunidad impulsa la cultura, no solo la difunde. En el mundo perfecto, todos tienen acceso a una vivienda digna, y la presidenta y el gobernador se hacen cargo de ello.
En el mundo perfecto, sus habitantes superan el 2 por ciento de lectura, porque el conocimiento es parte de la vida cotidiana. En el mundo perfecto, los ayuntamientos tienen recursos para obras de infraestructura, invirtiendo con inteligencia los créditos de desarrollo.
En el mundo perfecto se reconoce a poetas como Leonardo Padura, porque la cultura es el alma de una sociedad. Hoy, al recibir el Doctorado Honoris Causa en la UJAT, su obra nos recuerda que «la literatura es el espacio donde la realidad se enfrenta a sus propias contradicciones».
En ese mundo, todo es posible: soñar, construir y hacer realidad los sueños. Sabemos que la perfección no existe. Pero cuando las ideas se consolidan, los proyectos toman forma y el esfuerzo es constante, no seremos un estado perfecto, pero sí uno que avanza con la convicción de serlo. ¿Se puede?
