El desliz de los líderes de Morena en el Zócalo dejó abierta la duda: ¿error de logística o reflejo de la transición interna del movimiento? Analizamos el impacto de este gesto y su significado político.

Así Lo Dijo El Tabasqueño | ¿Error o mensaje? | Héctor I. Tapia

En política, los gestos importan tanto como las palabras. Y la imagen de los principales operadores de Morena de espaldas a la presidenta en el Zócalo, en un evento diseñado para exaltar su liderazgo, es un craso error. Un desliz que nunca debió ocurrir. ¿Falta de reflejos o una distracción inocente? En cualquier caso, dejó abierta la puerta a la peor de las interpretaciones: que la figura del evento no era Sheinbaum, sino Andrés López Beltrán, el hijo de AMLO.

Porque mientras ella pasaba saludando al aire sin que los suyos la recibieran, quienes reaccionaron tarde fueron figuras cercanas a la estructura de poder lopezobradorista: Monreal, Adán Augusto, Manuel Velasco y la propia Luisa María Alcalde. Solo Alejandro Esquer alcanzó a tocar su mano, en un gesto que ahora parece más simbólico que accidental.

Las disculpas públicas llegaron rápido, pero el daño estaba hecho. En política, cuando necesitas explicarte, ya perdiste la narrativa. Y Julio Astillero, con una lectura más severa, lo sintetizó con una frase demoledora: parecían más preocupados por la selfie.

No, no fue un acto de insubordinación. Tampoco una ruptura. Pero el episodio expone lo que Morena aún no quiere aceptar del todo: la estructura de poder sigue en transición y Sheinbaum, aunque poderosa, aún no es el epicentro absoluto del movimiento.

¿Error logístico o síntoma de una relación distante? La respuesta la dará el tiempo. Pero si el proyecto de la 4T quiere consolidar su relevo generacional, estos errores no pueden repetirse. En política, los gestos lo son todo.