Durante más de quince años, los vecinos de Nacajuca han vivido entre apagones, caídas de voltaje, equipos descompuestos y una rutina de reclamos sin respuesta. La exigencia ha sido constante, pero la respuesta institucional, intermitente.
La próxima semana, esa dinámica podría empezar a cambiar: el gobernador Javier May Rodríguez anunció que el gobierno del estado entregará en los próximos días a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) el terreno para la construcción de una subestación eléctrica en Nacajuca.
Se trata de un paso técnico clave, pero también de una decisión con implicaciones sociales y políticas. Según explicó el propio gobernador, ya se cuenta con el proyecto ejecutivo, elaborado por CFE, y solo hacía falta formalizar la entrega del terreno para iniciar la obra.
“Nosotros, como gobierno estatal y municipal, cumplimos con entregar el predio. La subestación será propiedad de la CFE, ellos ejecutan la obra. Ya es un compromiso definido”, afirmó.
El anuncio fue recibido con expectativa, pero también con cautela. En comunidades como Pomoca, donde los apagones son frecuentes y las consecuencias tocan desde la salud hasta la educación, los vecinos no solo piden que se inicie la obra, también exigen transparencia.
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Mariana Rodríguez Pérez, habitante de la zona, propuso la conformación de un comité ciudadano que dé seguimiento puntual a los avances. “Queremos estar informados, no enterarnos solo por redes sociales. Esta obra nos impacta directamente y necesitamos saber cómo y cuándo avanza”, declaró. La solicitud no es menor: en el pasado, múltiples proyectos similares han quedado estancados justo en esta etapa.
SERVICIO REBASADO
La subestación eléctrica no es un lujo ni una mejora técnica menor. Es una obra necesaria para garantizar estabilidad en el suministro eléctrico de una región que crece en población, demanda y complejidad.
Actualmente, la infraestructura existente está rebasada, lo que impide la conexión de nuevas viviendas, fraccionamientos o servicios públicos. Además, limita la operación de talleres, pequeñas agroindustrias, sistemas de riego y centros de salud que dependen de un suministro estable.
La historia de esta subestación arrastra varios intentos fallidos. Desde hace más de una década se hablaba de su necesidad, pero el conflicto sobre la legalidad del predio impidió cualquier avance.
Sin un terreno escriturado, no hay obra posible. En 2024, durante la campaña electoral, vecinos entregaron personalmente al entonces candidato Javier May un oficio en el que solicitaban atender de manera prioritaria este problema. Hoy, un año después, el gobierno estatal asegura haber resuelto ese paso crítico.
VIGILANCIA CIUDADANA
Lo que sigue no es menor. La entrega formal del predio a la CFE debe dar paso a la construcción, pero también a una nueva relación entre autoridades y ciudadanía. La demanda de participación es legítima.
Las comunidades afectadas no solo buscan beneficiarse del proyecto, quieren acompañarlo, vigilarlo y asegurarse de que no se vuelva a detener. En palabras de los propios vecinos: no se trata solo de que la subestación eléctrica en Nacajuca se haga, sino de que se haga bien y con todos informados.
En paralelo, el gobierno ha anunciado que este tipo de infraestructura se replicará en municipios como Balancán y Centro. Esto indica un reconocimiento amplio del rezago energético en varias regiones del estado.
Sin embargo, el caso de Nacajuca es emblemático porque sintetiza lo que ocurre cuando una necesidad técnica se convierte en un reclamo social sostenido: la energía deja de ser solo electricidad y se convierte en un indicador de gobernabilidad.
RESPUESTA ESPERADA
La subestación eléctrica de Nacajuca no resuelve todos los problemas del municipio, pero sí responde a una urgencia concreta, medida en voltios y en paciencia. El seguimiento a este proceso será clave.
Lo que está en juego ya no es solo un transformador, sino la capacidad del gobierno para convertir una promesa en servicio público real, en condiciones dignas de vida para miles de personas.
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