Entre medallas y legado, Tabasco reconoce el honor de enseñar; May coloca a magisterio como pilar de la 4T

En la política, hay discursos que se agotan en el estrado y gestos que, sin necesidad de estridencia, delinean con nitidez una agenda de gobierno. Uno de estos últimos tuvo lugar el pasado 15 de mayo en Villahermosa, donde el gobernador de Tabasco, Javier May Rodríguez, encabezó la entrega de 841 reconocimientos a maestras y maestros con 30, 40 y 45 años de servicio.

El evento, más allá del ritual, ofreció una clave de lectura: el Gobierno del Pueblo está redibujando el papel del magisterio como columna vertebral del modelo de justicia social.

En un entorno nacional donde el sistema educativo enfrenta cuestionamientos —por su cobertura, calidad o pertinencia—, que un gobierno estatal celebre públicamente a quienes han entregado su vida al aula implica más que cortesía: es definición política.

El conocimiento, la docencia y la pedagogía no como gasto, sino como inversión civilizatoria.

La ceremonia tuvo lugar en el Centro de Convenciones de Villahermosa, espacio que esta vez no albergó congresos, sino convicción. Con la presencia de autoridades del Poder Judicial, Congreso del Estado, sindicatos magisteriales y la Secretaría de Educación, se marcó un hito: se reconoció el trabajo prolongado, silencioso, exigente y comprometido de cientos de docentes que han llevado el saber a todos los rincones de Tabasco.

RECONOCER LO ESENCIAL

El gobernador no improvisó. En su intervención, Javier May hizo énfasis en lo sustancial: “Ni se concibe la justicia social sin garantizar el acceso a la educación.” Esa frase condensa una postura. No hay transformación real, ni sostenida, sin aulas abiertas, sin maestros motivados y sin una comunidad que entienda que el verdadero cambio empieza por leer, pensar y debatir.

En ese sentido, el reconocimiento no fue gratuito. Fue, si se quiere, un acto de restitución moral: el estado reconoce a quienes no se rinden, a los que permanecen firmes frente a condiciones adversas, en comunidades alejadas, con recursos escasos y con un deber que es tan cotidiano como titánico: formar ciudadanos.

Especial mención recibió la maestra Zoila Estrella Graniel Sierra, con 45 años de servicio, homenajeada previamente por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Su figura simbolizó algo más que longevidad: encarnó una forma de ejercer la docencia con sentido de misión. “Sigamos trabajando con convicción, por una educación con equidad, inclusión y calidez”, dijo, y ese fue el aplauso más largo.

POLÍTICA EDUCATIVA CON ROSTRO HUMANO

El reconocimiento a los docentes no fue un acto aislado, sino parte de una visión. Patricia Iparrea Sánchez, secretaria de Educación, apuntó que estas medallas no son gestos simbólicos, sino formas concretas de validar “décadas de trabajo silencioso, constante y noble”. La afirmación no es menor: en tiempos donde todo parece urgencia, hay que reivindicar también lo duradero, lo que no busca reflectores.

Y si de política hablamos, Javier May aprovechó la ocasión para posicionar su visión de gobierno: una administración que impulsa un estado más justo, igualitario y fraterno. En ese discurso, el maestro no es asistente de la política social, sino protagonista central. Porque si algo ha demostrado la historia de este país es que sin educación no hay movilidad social ni ciudadanía crítica.

Este tipo de eventos, si se los sabe leer, son más que celebración: son posicionamiento. En un Tabasco que busca reconfigurar su modelo de desarrollo, el capital humano es el recurso más valioso. Por eso, honrar al magisterio no solo es justo, también es estratégico.

ENTRE MEDALLAS Y LECCIONES

Mientras en otras entidades el magisterio se encuentra fracturado o en pugna con sus gobiernos, en Tabasco se busca consolidar un modelo de respeto mutuo, donde el reconocimiento no sustituye a la exigencia, pero sí la precede. Es el paso previo para construir nuevas rutas de diálogo y mejora.

Las medallas ‘Maestro Rafael Ramírez’, ‘Profesor Luis Gil Pérez’ y ‘Maestro Ignacio Manuel Altamirano’ entregadas a 705 y 136 docentes por 30 y 40 años de servicio, respectivamente, no solo portan nombres ilustres: portan también el eco de generaciones formadas bajo techos de lámina o aulas digitales.

La justicia también se manifiesta en los detalles. Reconocer, frente a todos, a quienes han sembrado conocimiento por décadas es una forma de devolver algo de lo mucho que el Estado les debe.

En tiempos de transformación, hay quienes se desgastan en proclamas y quienes sostienen con hechos una idea de futuro. Lo visto el Día del Maestro en Tabasco pertenece a los segundos.