En la lógica del poder, hay acciones que no sólo pretenden gobernar el presente, sino anclar una visión de futuro. El proyecto del nuevo Puerto de Frontera, en el municipio de Centla, es una de ellas.
No se trata simplemente de infraestructura ni de una cifra que ronde los 7 mil millones de pesos. Se trata, con claridad, de una apuesta del gobierno de Javier May Rodríguez por dejar una marca estructural y duradera en la geografía económica y política de Tabasco.
Este martes, el mandatario estatal abordó una embarcación de la Secretaría de Marina —acompañado de su alto mando, funcionarios de su gabinete y técnicos del sector— para recorrer el predio El Milagro, donde se levantará la obra.
Lo acompañaban figuras clave como Juan Martín Aguilar Morales, comandante de la Tercera Región Naval, y Pablo Medina, consultor de la firma Mota-Engil, que tendrá a su cargo asesoría técnica especializada. También estaban presentes secretarios estatales de infraestructura, movilidad y economía.
Ese acto —más simbólico que técnico— revela el verdadero enfoque que, como analista, vale la pena subrayar: el puerto es más que concreto, pilotes y escolleras; es un nodo de poder, una pieza estratégica y política.
EL VALOR DEL ESPACIO, LA CLAVE DEL MOMENTO
El predio elegido, de 300 hectáreas, ya pertenece al Gobierno del Estado. No hay disputa legal, ni rezago en permisos. Además, su ubicación sobre el canal lateral del río Grijalva —con salida natural al mar— reduce sustancialmente tiempos y costos, acortando el horizonte de construcción a apenas 17 meses.
Esto no es menor. En México, donde las grandes obras públicas suelen tardar más en los trámites que en su ejecución, contar con una base legal, territorial y ambiental despejada, es casi un milagro administrativo. Y justamente “El Milagro” es el nombre del terreno.



El gobierno asegura que la zona no cuenta con presencia de mangle, de acuerdo con la CONABIO, lo cual allana el camino para obtener la Manifestación de Impacto Ambiental. Este dato es fundamental: en un contexto donde la presión ambiental y social puede frenar megaproyectos, este puerto parece esquivar conflictos anticipados.
MÁS ALLÁ DEL CONCRETO: SEÑALES DEL PODER
El Puerto de Frontera forma parte de los 50 compromisos del gobierno estatal y se construye en coordinación con la Secretaría de Marina, lo que le imprime un sello de legitimidad nacional.
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El mensaje implícito es claro: la Marina no sólo custodia costas, también participa activamente en la ingeniería civil del país, como ya lo hace en el Tren Maya o en puertos del Golfo.
En términos políticos, el gobernador Javier May no apuesta a la inercia de su administración. Desde que dejó el gabinete federal, ha enfocado su gestión en convertir obras en legado.
Primero fue el reordenamiento del transporte, luego el aeropuerto de carga y ahora este puerto. En cada uno de estos frentes, el propósito es evidente: transformar la estructura productiva de Tabasco, sin renunciar al capital político que una obra de esta magnitud puede otorgar.
UN PUERTO PARA ALGO MÁS QUE BARCOS
Tabasco no es un estado que tradicionalmente figure como potencia logística. Sin embargo, esta obra busca revertir esa percepción, dotando al estado de un nodo de salida directa al comercio marítimo internacional.
Su ubicación, en Frontera, puede convertirse en un brazo económico del sureste mexicano hacia el Golfo, sin tener que depender exclusivamente de Coatzacoalcos o Dos Bocas.
Este nuevo puerto no compite, complementa. Amplía el espectro. Y lo hace con un enfoque de eficiencia: el gobierno ha iniciado con una inversión inicial de 400 millones de pesos en 2025, cifra que podría acelerar una vez que se active la inversión privada, asociada al desarrollo logístico, industrial o comercial que un puerto de estas dimensiones puede detonar.
INFRAESTRUCTURA CON IMPACTO POLÍTICO
Que el gobernador haya encabezado el recorrido fluvial en compañía de los secretarios de Ordenamiento Territorial, Movilidad y Desarrollo Económico, no es casualidad. Cada uno representa un eje del proyecto: el uso del suelo, el flujo de personas y mercancías, y la atracción de capitales.
La presencia del director de la Administración Portuaria Integral de Tabasco (APITAB), Víctor Ignacio Gómez, y del alcalde de Centla, Saúl Rodríguez, completa el cuadro: esto no es un acto simbólico, es una demostración de gobernanza coordinada.
May Rodríguez no gobierna con declaraciones. Gobierna con proyectos. Y en ese estilo de baja estridencia pero alta ejecución, este puerto representa su carta más ambiciosa. Una obra que, si se concreta en el tiempo prometido, no solo transformará a Centla: reposicionará a Tabasco en el tablero logístico nacional.
¿Y QUÉ FALTA?
La obra aún no inicia, pero las condiciones están dadas: terreno legalmente despejado, factibilidad ambiental favorable, respaldo federal y alineación institucional. Quedan los grandes retos: transparencia en el uso de recursos, ejecución sin demoras, y beneficios tangibles para la comunidad local.
El riesgo de que se convierta en un “elefante blanco” no desaparece, pero la posibilidad de que sea un detonador logístico y productivo tampoco es ingenua. El puerto —si cumple tiempos y funciones— puede ser lo que Dos Bocas aún no logra: una infraestructura sin promesas incumplidas.
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