Opinión | ¿Prohibir los Narcocorridos? El debate que enfrenta a gobiernos, cultura y violencia en México

Jaime del Valle

Luego de que la banda Los Alegres del Barranco hiciera un homenaje al líder del Cartel Jalisco Nueva Generación en un concierto en el auditorio Telmex de Zapopan, Jalisco, al aparecer una imagen del narcotraficante en las pantallas mientras el grupo intérprete de narcocorridos tocaba en el escenario, el tema de la prohibición de esta música volvió como tema de discusión.

Sobre esto la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo descartó una regulación federal sobre los ‘narcocorridos’, sin embargo, acotó que los estados y municipios pueden restringir su reproducción en espacios públicos.

“Es mejor (que regular) seguir difundiendo y promoviendo una cultura de paz, y evitar por decisión propia que un joven decida escuchar esta música por el contenido. Esa es nuestra posición, pero cada municipio y cada estado tiene sus propias atribuciones”, declaró.

Algunos estados ya entraron a la prohibición, como Aguascalientes, donde la gobernadora Teresa Jiménez, informó que el Congreso del estado prohibió los narcocorridos previo a que se celebre la Feria de San Marcos que se llevará a cabo del 19 de abril al 11 de mayo de este año, en la que se espera la presentación de artistas como Natanael Cano, Gabito Ballesteros, Junior H y Alfredo Oliva.

El corrido es un género musical tradicional mexicano que se originó en el siglo XIX. Sus orígenes se remontan a la Edad Media española y al romance, una forma poética tradicional de la expresión ibérica.

En el caso de los narcocorridos, según algunos textos del primero que se tiene registro se grabó el 8 de septiembre de 1931 en un pequeño estudio ubicado sobre la calle Texas de la ciudad “El Paso”, aunque se sabe que fue escrito unos años antes. Era la primera vez que una canción hablaba de un traficante de drogas y de cómo había muerto.

Aquella narcoepopeya escrita por el cantautor José Rosales habló sobre el narcotraficante Pablo González, mejor conocido como “El Pablote”, quien junto con su pareja Ignacia Jasso “La Nacha” traficaron marihuana y opio a los Estados Unidos después de asesinar a toda la mafia china que se había establecido en Ciudad Juárez.

En la actualidad, los narcocorridos, corridos tumbaos, corridos alterados, bélicos, son una evidente apología del delito, para otros es un ejemplo de la realidad actual.

La escritora Dahlia de la Cerda, en su texto Escuchemos a las juventudes que le cantan al narco. Destaca que “lo que tenemos que pensar y problematizar no es cómo influye el corrido en las personas, sino cómo la realidad es la inspiración para los corridos, pero sobre todo cómo cambiamos las condiciones materiales para que no exista inspiración para los corridos bélicos”.

Mientras que José Manuel Valenzuela quien ha estudiado el fenómeno desde hace más de dos décadas. Autor de Jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México; en 2023, publicó “El corrido está presente en México hegemónicamente desde el siglo XIX y los grandes eventos del país han sido narrados a través de esta música.

“Es como pensar que si prohibieran los corridos no habría habido Revolución en México, o que prohibir a José Alfredo Jiménez disminuirá el consumo etílico, o que prohibir a Paquita la del Barrio mejorará las relaciones de pareja”.

Por su parte Óscar Balderas en su texto, apunta que en 1987, un gobernador priista se preparaba para la tarea imposible de prohibir los corridos sobre narcotráfico en México, a pesar de la popularidad que arrastraban desde la Revolución Mexicana.

“Ese hombre, ex aspirante presidencial y entonces gobernador de Sinaloa, Francisco Labastida Ochoa, de hoy 80 años, sería el primer político en una larga lista que fracasaría en la misión de cancelar el género que hoy es considerado la semilla del movimiento alterado o corridos bélicos”.

Así que la discusión va para largo, pero debe ir más profunda en el problema estructural de violencia que impacta al país desde hace muchos años.

*El autor es licenciado en Comunicación con más de 35 años de experiencia en el periodismo, además de un amplio conocedor de la música contemporánea.