Tabasco inicia la entrega de más de 122 mil tabletas a estudiantes de secundaria como parte de su programa de inclusión digital para combatir el rezago educativo.

Tabasco apuesta a la inclusión digital: tabletas contra el rezago educativo

Una escena puede parecer simple: adolescentes uniformados, en fila, reciben una tableta electrónica de manos de un funcionario. En el patio de una secundaria pública, en un municipio como Paraíso o Cunduacán, ese acto se asemeja al protocolo de siempre.

Pero hay algo más profundo en lo que está ocurriendo en Tabasco. Una transición. Una apuesta. Tal vez, un viraje.

El gobernador Javier May Rodríguez ha puesto en marcha el Programa de Inclusión Digital, un esfuerzo que, más allá de su nombre institucional, representa la voluntad de insertar a los jóvenes tabasqueños en un entorno que les ha sido históricamente esquivo: el mundo digital.

Y lo hace en serio. No con discursos, sino con 122,438 tabletas que se están entregando en secundarias públicas de todo el estado. Tan solo en la región de la Chontalpa —Paraíso, Comalcalco, Cunduacán, Cárdenas y Huimanguillo— se han distribuido 5,198 dispositivos electrónicos, una inversión social que supera los 350 millones de pesos.


En una entidad marcada por rezagos estructurales —con escuelas donde a veces falta energía eléctrica, conectividad, techos adecuados o agua potable— la presencia de una tableta puede parecer, al mismo tiempo, símbolo de avance y signo de contradicción. Pero en esa tensión radica justamente lo relevante.

EDUCACIÓN EN CLAVE DE TERRITORIO

El gobierno de Tabasco ha entendido que la política educativa no puede seguir construyéndose desde el escritorio. La distribución de los dispositivos no es homogénea ni simbólica: sigue una lógica territorial, va directamente a los municipios con mayores índices de marginación, y se entrelaza con otras acciones de política social.

Tan solo en esos cinco municipios de la Chontalpa, los programas estatales y federales de bienestar impactan en más de 255 mil personas, con una inversión anual que rebasa los 7 mil millones de pesos.


No se trata, pues, de repartir tabletas como se reparten mochilas o uniformes. El mensaje es otro: acercar la tecnología al aula como derecho, no como privilegio. Y hacerlo con una narrativa clara: inclusión, equidad, transformación.

“Con estas herramientas podrán hacer sus tareas, leer libros, participar en videoconferencias, investigar más allá del aula”, dijo el gobernador ante estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica Número 27 en Comalcalco. El discurso se repite en cada entrega, pero no suena a rutina. Suena a necesidad. A urgencia histórica.

LA POLÍTICA DEL SILICIO

Hay una dimensión silenciosa en esta acción pública. Lo digital no solo transforma la educación; modifica las relaciones de poder, rompe jerarquías del saber, reduce asimetrías de información. Cuando un estudiante de Huimanguillo accede a la misma enciclopedia virtual que un alumno de Polanco, algo se desestabiliza en el sistema.

En los gobiernos anteriores se intentó algo parecido. Ahí está el recuerdo, no siempre grato, de Enciclomedia o del Programa de Inclusión y Alfabetización Digital, cuyas tabletas terminaron empolvadas o inservibles.

¿Qué diferencia esta iniciativa de aquellas? En parte, el contexto: hoy el acceso a tecnología ya no es un lujo pedagógico, es una condición para la participación ciudadana, laboral y educativa.

Pero también la diferencia puede estar en el enfoque territorial y humanista, como lo ha descrito la secretaria de Educación, Patricia Iparrea.

No obstante, hay desafíos obvios. ¿Qué harán los estudiantes con las tabletas si no hay internet en casa? ¿Quién los guiará si sus maestros no han sido capacitados? ¿Qué sentido tiene una herramienta sin contenido, sin conectividad, sin propósito didáctico claro?

Las preguntas no buscan desalentar. Solo exigir coherencia. Porque la política educativa no termina cuando se entrega un dispositivo, apenas comienza.

EL MUNDO EN LAS MANOS

Los casos de Uruguay, con su emblemático Plan Ceibal, o Argentina, con el programa Conectar Igualdad, demostraron que la inclusión digital es viable cuando se convierte en política de Estado, cuando se acompaña de formación docente, plataformas accesibles y evaluación constante. Tabasco no está lejos de ese camino, pero tampoco está exento de sus obstáculos.

Una tableta no es una varita mágica. Pero puede ser una llave de entrada a un mundo más justo si se usa bien, si se acompaña, si se comprende como parte de una estrategia integral. Ese es el reto para el gobierno de Javier May y su equipo: dar seguimiento, no aflojar el paso, sostener el impulso más allá del ciclo escolar o del calendario electoral.

En una secundaria de Huimanguillo, un adolescente encendió por primera vez un dispositivo que lo conecta al mundo. La pregunta no es qué hará él con la tableta. La verdadera pregunta es qué hará el Estado con su promesa.

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