El reciente anuncio del gobernador Javier May Rodríguez sobre el relanzamiento del Crédito Ganadero a la Palabra pone en el centro del debate un tema crucial: cómo una política pública puede ser más que una simple herramienta de apoyo y convertirse en una estrategia estructural que redefina el campo tabasqueño.
Con una inversión de 965 millones de pesos y el compromiso de beneficiar a más de 10,000 productores, esta iniciativa no solo busca recuperar la competitividad del sector ganadero, sino también reconectar a Tabasco con su vocación histórica.
El programa, emblemático en su concepción, refleja un gobierno que apuesta a la confianza mutua. La entrega de 33,300 novillonas y 3,000 sementales en condiciones flexibles no es solo un acto de respaldo económico, sino también un mensaje: el desarrollo rural requiere una relación renovada entre el Estado y los pequeños productores, una en la que se comparta el riesgo, pero también las responsabilidades.
EL BARRIDO SANITARIO: SALUD COMO PIEDRA ANGULAR
La inclusión del Barrido Sanitario, respaldado con una inversión de 65 millones de pesos, es quizás la pieza más técnica y transformadora de este proyecto.
Más allá de la entrega de ganado, garantizar que los animales cumplan con estándares de sanidad representa un paso clave para reposicionar al ganado tabasqueño en el mercado nacional e internacional.
Este esfuerzo no solo aborda problemas históricos como la tuberculosis o la brucelosis, sino que también abre una puerta hacia la modernización del sector.
La ganadería en Tabasco ha sido tradicionalmente vista como un motor económico que opera al margen de las grandes cadenas de valor; con el Barrido Sanitario, los productores tienen la oportunidad de entrar en un circuito más competitivo, donde la calidad no sea solo un requisito, sino una ventaja.
El gobernador lo resumió con claridad: “La sanidad no es un trámite, es el pasaporte para competir”.
Es un recordatorio de que cualquier esfuerzo por fortalecer el campo debe empezar por garantizar las condiciones mínimas de confianza entre productores y consumidores.
LA DIMENSIÓN EDUCATIVA Y TECNOLÓGICA DEL DESARROLLO RURAL
El anuncio de un nuevo bachillerato en Cupilco, la entrega de 122,151 tabletas electrónicas y las Tandas del Bienestar no son medidas aisladas, sino piezas complementarias de una estrategia que busca crear las condiciones para que el desarrollo rural sea sostenible.
Este enfoque trasciende la mera producción pecuaria y se adentra en la construcción de un tejido social y económico más robusto.
La educación en comunidades rurales no solo es un derecho, sino una herramienta para arraigar a las nuevas generaciones en el campo.
En lugares como Cupilco, donde el acceso a la educación media superior aún representa un reto, la construcción de un bachillerato tiene un impacto que va más allá del aula: significa evitar el éxodo juvenil, reducir las brechas de desigualdad y, eventualmente, fomentar una mano de obra más capacitada para los sectores estratégicos del estado.
Por otro lado, la entrega de tabletas electrónicas a estudiantes de secundaria y los apoyos a mujeres emprendedoras a través de las tandas subrayan un punto crucial: el desarrollo rural no puede limitarse a un solo sector.
Agricultura, ganadería, educación y emprendimiento son eslabones de una misma cadena que, bien integrada, puede cambiar las dinámicas sociales y económicas de Tabasco.
UNA APUESTA DE ALTO RIESGO, PERO CON ALTO POTENCIAL
El Crédito Ganadero a la Palabra no es solo un programa de financiamiento; es una declaración de intenciones.
Representa un modelo de desarrollo que prioriza el apoyo directo, sin intermediarios, y que confía en que el pequeño productor puede ser el protagonista de su propia transformación.
Pero también es una apuesta que exige disciplina, supervisión y continuidad.
Los números son alentadores: si más de 10,000 productores logran mejorar su productividad, si el Barrido Sanitario logra erradicar enfermedades históricas, y si las nuevas generaciones encuentran en el campo una oportunidad y no un obstáculo, el impacto será duradero y transformador.
Tabasco, una región históricamente asociada con la ganadería, podría recuperar su lugar como referencia nacional.
Sin embargo, el potencial de esta política pública no puede entenderse únicamente en términos de resultados inmediatos.
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Su verdadero éxito radica en construir un modelo replicable, en el que las políticas no se limiten a ser reactivas, sino que se conviertan en una plataforma para el desarrollo a largo plazo.
LA GANADERÍA COMO IDENTIDAD Y FURURO
Más que un programa, el Crédito Ganadero a la Palabra simboliza una conexión con las raíces tabasqueñas. La ganadería no es solo un sector productivo; es parte del ADN de la región.
Recuperar y modernizar este sector es un acto de reconciliación con esa identidad, pero también una apuesta al futuro.
En palabras de Javier May: “El campo tabasqueño no es un lugar del pasado, es el lugar donde el futuro puede florecer”.
Este enfoque no solo sintetiza la visión del gobierno, sino que también invita a productores, técnicos y ciudadanos a imaginar un Tabasco donde la tradición y la modernidad no estén en conflicto, sino en sintonía.
Este es el reto, y esta es la oportunidad.
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