Bajo la tímida luz de la mañana, antes de que el sol se extienda por completo sobre las casas del C-28, don Óscar Ulín sostiene entre sus manos algo que parece casi un milagro: una silla de ruedas nueva.
Su esposa Araceli, quien hasta hoy se mueve en una silla prestada por una vecina generosa, ya tiene la suya propia. “Al que madruga, las Jornadas de Atención lo ayudan”, dice con una sonrisa que compite con el brillo de la nueva silla.
En solo unos minutos, el sistema de atención le entregó esta ayuda tan necesaria, sin rodeos ni complicaciones. “Los servidores públicos se portaron de maravilla. Esto antes no se veía”, comenta el vendedor de barbacoa, casi sin creerlo.
Unos metros más allá, la señora Mónica, del poblado vecino C-16, espera su turno en la unidad móvil de salud. Es madre de tres hijos y, entre el trabajo y los quehaceres, le resulta difícil planificar su familia.
Pero una llamada el lunes la trajo hoy aquí. “Vine porque la economía ya no alcanza. Es una bendición que ahora las enfermeras vengan hasta aquí, no es como antes que uno tenía que esperar meses”, cuenta mientras observa a otros beneficiarios.
UNA MANO QUE LLEGA HASTA LA PUERTA DE CASA
En esta jornada temprana también está doña Domitila, una anciana de 83 años que, con su “nuevo coche” –como llama a su andadera recién entregada–, se dirige con pasos temblorosos pero seguros hacia donde el gobernador Javier May ofrece audiencias.
A su lado, una servidora de Atención Ciudadana le ayuda, y juntas avanzan despacio, atravesando el campo deportivo. Con voz pausada, Domitila relata que su casita de madera se llueve cada temporada.
“Nunca me imaginé que volvería a ver a un gobernante tan de cerca, dos veces ya, en un solo año”, murmura, recordando los tiempos en que los políticos desaparecían tras las promesas. Hoy, está aquí, firme, con una esperanza renovada de que las goteras de su techo ya no interrumpan su sueño.
No lejos de allí, otra mujer, María Antonia, de 50 años, se ajusta sus nuevas lentes y agradece a la vida por esta jornada. “Hace tiempo que quería hacerme una mastografía, pero el viaje a Cárdenas siempre se me hizo imposible por el dinero”, comenta.
Hoy, sin necesidad de moverse de su poblado, ha podido realizar el examen médico y recibir las lentes que le devuelven la claridad de visión perdida. “Es un alivio que atención esta llegue a nosotros, nos ahorra tiempo y dinero”, dice con la gratitud de quien ve en este programa una ventana de posibilidades.
UN SÍ EN EL CORAZÓN DE LA COMUNIDAD
Mientras el sol va ganando altura, Eddy López y Karla Alejandro celebran no solo un cumpleaños, sino una unión de siete años con una hija de seis como testigo. El personal del Registro Civil los ha acompañado en este paso, permitiéndoles formalizar su relación sin las vueltas interminables a las oficinas.
“Nos ahorramos trámites y papeles. ¡Es nuestro regalo de aniversario!” Cuenta Karla, tras un beso que arranca aplausos de los presentes. Al lado de ellos, Luis Alberto y Alejandra también han decidido casarse, impulsados por el deseo de cumplir con su fe. Hoy, las jornadas no solo acercan los servicios de salud y ayuda social; También permiten que la comunidad celebre sus lazos y sueños.
UN PASADO QUE VUELVE A ILUMINARSE
Don Marcelino Jiménez, de 81 años, recuerda cuando el poblado C-28, conocido como El Limoncito, vibraba con vida y trabajo. “Antes, el campo era todo para nosotros; Había trabajo de sol a sol y se pagaba con dignidad.
Hoy, aunque ya no puedo trabajar, estos lentes me ayudan a ver claro como antes”, dice con nostalgia, ahora capaz de reconocer las caras familiares que lo rodean. Al ponerse sus nuevas lentes graduadas, su mirada se llena de esperanza, una chispa que le devuelve la ilusión de ver nuevamente un Tabasco donde, como en sus días de juventud, el apoyo y la presencia del gobierno sean una constante y no un recuerdo lejano. .
Con las primeras luces de la mañana y el aliento de un gobierno que parece dispuesto a caminar el sendero junto a su gente, la C-28 despierta con un aire diferente. Las Jornadas de Atención no solo traen sillas, lentes o trámites facilitados; trae la sensación de que en Tabasco, al menos por ahora, las promesas encuentran suelo firme.