Después del silencio | El general que volteó la seguridad en siete meses

El gobernador Javier May y el general Miguel Ángel López Martínez sellan coordinación.

Héctor I. Tapia

El 4 de febrero de 2025, cuando el general Miguel Ángel López Martínez arribó a Villahermosa para asumir la 30ª Zona Militar, Tabasco estaba en crisis. Ese mismo día, un motín en el penal de la capital dejó muertos y heridos, como si la violencia hubiera querido recibirlo con un recordatorio brutal.

En poco más de un año, el estado había registrado más de mil homicidios. La salida de Francisco Morán González, señalado por privilegiar la vida social sobre la operativa, confirmaba que la estrategia estaba agotada.

La Presidenta Claudia Sheinbaum le confirió al nuevo mando la coordinación de la estrategia de seguridad, con el respaldo político del gobernador Javier May Rodríguez.

El fracaso de Morán

El 31 de enero de 2025 terminó el ciclo del general Francisco Morán González al frente de la 30ª Zona Militar. En casi dos años acumuló 1,029 homicidios, de los cuales 357 se registraron en sus últimos 137 días. La violencia se desbordó mientras crecían rumores de complicidad y críticas por dedicarse más a la vida social que a los operativos de fondo.

Morán defendía su actuación con frases cortantes: “No le voy a dar voz a un cobarde”, dijo al negar vínculos con el crimen. Pero sus palabras nunca disiparon la desconfianza. La narrativa de que Tabasco no era territorio de cárteles nacionales quedó desmentida por ejecuciones, narcomantas y bloqueos.

Su salida fue el ajuste más fuerte en la estrategia estatal de seguridad. Apenas cuatro días después, el 4 de febrero, arribó el general Miguel Ángel López Martínez, quien con un método distinto —equipo sin egos, inteligencia aplicada y ofensivas continuas— dobló la curva de la violencia en pocos meses.

El contraste quedó sellado en cifras: donde Morán dejó homicidios al alza y crisis de confianza, López Martínez logró reducciones de 48% en el estado, 56% en Villahermosa, detenciones históricas y decomisos récord. El relevo no fue rutina: fue el antes y el después de la seguridad en Tabasco.


EL MÉTODO

La diferencia se notó desde el arranque. López Martínez no buscó reflectores ni desayunos sociales. Impuso un método castrense de precisión: armó un equipo operativo subordinado a un centro de inteligencia, donde se cruzaban mapas de calor, carpetas judiciales y reportes de campo.

La regla fue clara: sin egos ni filtraciones. Se definieron metas semanales para capturar jefes de célula, desarticular bandas y cortar flujos de huachicol. Los cateos fueron blindados con fiscales, la cadena de custodia se volvió inquebrantable y los patrullajes pasaron de ser reacciones a convertirse en ofensivas continuas.

El Ejército, la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad estatal y las fiscalías comenzaron a funcionar como una sola maquinaria. Esa disciplina convirtió la dispersión en coordinación.

RESULTADOS

Entre febrero y julio de 2025, los homicidios dolosos cayeron casi 48% en Tabasco frente al mismo periodo del año anterior. En Villahermosa, la reducción alcanzó el 56%. Era la primera señal clara de que el rumbo había cambiado.

Las detenciones se dispararon. En agosto, el mes más intenso, se lograron 106 capturas de alto impacto, incluyendo jefes de plaza y operadores financieros. En total, las detenciones crecieron 300% respecto al año previo.

En paralelo, al menos cinco células criminales fueron desarticuladas. Los decomisos alcanzaron cifras inéditas en armas, drogas y combustible robado. Y se desmanteló una red de más de 300 cámaras clandestinas instaladas por los grupos criminales para vigilar a las fuerzas de seguridad.

El propio secretario de Gobierno admitió que Tabasco pasó a los primeros lugares nacionales en cumplimiento de órdenes de aprehensión. La estrategia no solo patrullaba: también golpeaba jurídicamente.

Arsenal decomisado en Tabasco: armas largas, cargadores, granadas y equipo táctico incautado.

EL CONTRASTE

En julio, López Martínez dio un paso más. En una entrevista confirmó que desde el 14 de febrero existía una orden de aprehensión contra Hernán Bermúdez Requena, ex secretario de Seguridad Pública. Reveló que había huido esa misma madrugada al saberse investigado.

La declaración oficializó lo indecible: la policía estatal había operado bajo un pacto corrupto con La Barredora. Bermúdez fue capturado semanas después en Paraguay. La tormenta política no derrumbó al general: la Presidenta lo respaldó, el gobernador May lo acompañó.

El general Miguel Ángel López Martínez revela orden de captura contra Hernán Bermúdez.

El contraste con su antecesor resultó inevitable. Bajo Morán González, entre enero de 2023 y septiembre de 2024, Tabasco acumuló 892 homicidios, más otros 357 en los últimos 137 días de su gestión, para un total de 1,029. Los diques se habían roto.

Con López Martínez, la curva se dobló: menos homicidios, más detenciones, decomisos sin precedente. Donde antes hubo evasivas, apareció un discurso basado en datos. Donde había sospechas, hubo órdenes judiciales ejecutadas.

MISIÓN CUMPLIDA

El 15 de septiembre, López Martínez entregó el mando al general Jesús Alejandro Adame Cabrera. Se fue sin alardes, con un mensaje inequívoco del gobernador: “Tabasco tiene resultados palpables, misión cumplida”.

Su legado no se mide únicamente en estadísticas. Dejó protocolos depurados, un aparato interinstitucional que aprendió a trabajar en bloque y la certeza de que la seguridad no se construye con palabras, sino con método, disciplina e inteligencia aplicada.

Tabasco sigue peleando contra extorsión, abigeato y robos. Pero el viraje ocurrió. La misión del general no fue gritar victoria: fue demostrar que, cuando se asume con seriedad, la paz puede empezar a recuperarse.

Ceremonia de relevo en la 30ª Zona Militar, Villahermosa, Tabasco 16 de septiembe de 2025.

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