Centro, Tabasco apuesta por una política pública que vincula salud mental, deporte y educación. Con programas en escuelas y nuevos comités comunitarios, inicia una etapa preventiva para proteger a la infancia.

Cuerpo y mente: la nueva apuesta de Yolanda Osuna por la niñez

Hay señales que, si se observan con atención, revelan un giro de fondo. En Tabasco —y particularmente en el municipio de Centro— hay una tendencia que empieza a consolidarse: la infancia ha dejado de ser una estadística pasiva para convertirse en eje de políticas públicas que, por primera vez en mucho tiempo, vinculan salud física, emocional y educación como una sola causa.

Esta semana, dos acciones encabezadas por la alcaldesa Yolanda Osuna Huerta ilustraron ese cambio: la entrega de kits deportivos a escuelas de nivel básico, y la instalación del Comité Municipal de Salud Mental y Adicciones.

Una intervención con balones y conos; otra, con diagnósticos y redes institucionales. Ambas distintas, pero parte del mismo mensaje: la niñez no se cuida con discursos, sino con entornos y herramientas concretas.

LO QUE SE MUEVE TAMBIÉN PIENSA

El lunes, en la explanada del Palacio Municipal, la alcaldesa entregó los primeros 30 “kits deportivos” del Programa de Apoyo al Desarrollo Psicomotor en Educación Básica, con impacto inmediato en más de 7 mil estudiantes.

No es una entrega simbólica: los paquetes incluyen balones, vallas, conos, redes, material para actividades de coordinación y trabajo motriz.

Pero el fondo es más ambicioso. El programa —alineado al Plan Municipal de Desarrollo 2024-2027— busca fortalecer la autoestima, la concentración, la motricidad y el sentido de pertenencia en etapas clave del desarrollo infantil. No es un proyecto escolar, sino una intervención comunitaria preventiva que parte del aula para impactar a la familia.

“Queremos formar personas íntegras, capaces de interactuar con su entorno de forma saludable”, dijo Osuna Huerta, acompañada de la titular de la SETAB, Patricia Iparrea, y de la directora de Educación Municipal, Alexandra Rebolledo. La frase, en otros tiempos, habría sonado a lugar común. Hoy, suena a estrategia.

LO QUE NO SE VE TAMBIÉN IMPORTA

La misma mañana, a pocas cuadras, se formalizó la instalación del Comité Municipal de Salud Mental y Adicciones, un espacio que no entrega materiales, pero sí intenta articular voluntades, recursos y especialistas en torno a un problema que no para de crecer: el deterioro emocional de niñas, niños y adolescentes.

Acompañada del secretario de Salud estatal y del IMSS-Bienestar, la alcaldesa trazó una hoja de ruta: detectar riesgos en escuelas, capacitar docentes, crear redes comunitarias de acompañamiento y priorizar una cultura del cuidado que llegue a las zonas más alejadas del municipio.

El comité trabajará con enfoque interinstitucional y comunitario, bajo el Eje 2 del PMD, centrado en salud preventiva y derechos humanos.

Este giro hacia la prevención tiene un contexto: Tabasco enfrenta un incremento sostenido en trastornos mentales y adicciones en menores de edad, como lo reveló el diagnóstico situacional presentado ese día por el comisionado estatal Elín González Baños.

En su lectura, la violencia, el encierro pospandemia, la pobreza estructural y el aislamiento digital son los grandes factores de riesgo que se están cronificando si no se actúa a tiempo.

UNA POLÍTICA MUNICIPAL MÁS COMPLEJA

Lo que está ocurriendo en Centro no es una solución definitiva, pero sí un intento serio por modernizar la política municipal a partir de una visión más amplia de salud pública y desarrollo infantil.

No se trata solo de uniformes, útiles escolares o bacheo afuera de las escuelas, sino de crear condiciones psicosociales que protejan a la infancia en lo cotidiano.

En lugar de poner parches, se están tejiendo redes. La salud mental deja de ser un tema exclusivo de clínicas especializadas, y empieza a abordarse desde el deporte, el aula y el espacio comunitario. En el fondo, hay una apuesta: la infancia cuidada no se improvisa. Se planea, se financia, se coordina.

CUERPO, JUEGO, COMUNIDAD

Entre las escuelas beneficiadas están primarias y jardines de niños tanto rurales como urbanos. Los testimonios abundan, pero uno resume bien el espíritu del programa. Enrique Pacheco, alumno de cuarto grado, lo dijo así: “Gracias por darnos la oportunidad de movernos, jugar, aprender y crecer más sanos.”

Lo que parece un agradecimiento infantil es, en realidad, un resumen de lo que está en juego. Moverse es aprender. Jugar es prevenir. Sentirse parte de una comunidad segura es resistir.

Y en tiempos donde los datos sobre ansiedad, violencia y adicciones en menores se disparan, estas acciones no deberían verse como propaganda, sino como primeros ladrillos de una política pública que, si se sostiene, puede dejar huella.

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