Grecia Quiroz rindiendo protesta en el Congreso de Michoacán, con resguardo de seguridad.
Grecia Quiroz toma protesta como alcaldesa de Uruapan, tras el asesinato de su esposo.

Toma de protesta en duelo: Grecia Quiroz asume Uruapan

URUAPAN.— La sesión solemne ocurrió bajo un aire espeso, como si la violencia aún rondara las puertas del Congreso de Michoacán. Grecia Quiroz, viuda del alcalde asesinado de Uruapan, Carlos Manzo, rindió protesta como presidenta municipal sustituta ante un recinto blindado por fuerzas de seguridad.

La escena fue símbolo y sentencia: el poder local quedó marcado por el crimen, y la política volvió a probar que, en ciertas regiones, gobernar no es solo administrar, sino sobrevivir.

El Congreso aprobó su nombramiento con amplia mayoría. Afuera, la ciudad todavía lloraba al alcalde caído. Desde el ataque ocurrido en la plaza principal —durante el Festival de Velas— las marchas, caravanas de transportistas y protestas ciudadanas se habían vuelto cotidiano. No se trataba solo de indignación; era una pregunta sin respuesta: ¿cómo gobernar en un territorio donde el crimen dicta horarios, rutas, silencios?

Antes de entrar al recinto, la policía detuvo a un sujeto que intentó acceder sin identificarse. Llevaba piedras, envases rotos y una bolsa con hierba. Un detalle sin importancia aparente, pero que recordó, de inmediato, el clima de miedo y sospecha que se respira en la región.

DISCURSO QUE MARCA LÍNEA

Grecia Quiroz habló con el sombrero de su esposo entre las manos. No pidió consuelo. Exigió responsabilidad.

Reprochó que, durante meses, Manzo denunció amenazas. Nadie atendió los avisos. Nadie actuó. “Qué triste —dijo— que tuvo que pasar esto para que voltearan a ver Uruapan”.

Su voz no rompió el protocolo, lo redibujó. Convertir el duelo en programa de gobierno no es una estrategia común; es una apuesta de riesgo. Pero era eso o dejar que el asesinato se convirtiera en otra estadística.

El grupo que llevó a Manzo a la alcaldía se define como independiente, comunitario, de base y de orgullo local. Su símbolo —el sombrero— se convirtió ahora en una insignia política que trasciende el luto. La viuda prometió continuar la ruta trazada. Lo dijo sin dramatismos forzados: “Esto seguirá. No nos van a detener”.

Ese mensaje movió algo en la narrativa estatal. No fue solo un reclamo; fue un aviso.

Grecia Quiroz levanta la mano al rendir protesta como presidenta municipal de Uruapan.
Entre aplausos y silencio, Grecia Quiroz juró continuar el proyecto político de Manzo.

PLAN MICHOACÁN POR LA PAZ

Días antes de la protesta, Quiroz fue recibida en Palacio Nacional por la presidenta. Hubo conversación sobre seguridad, justicia y acompañamiento institucional. La promesa fue seguir en comunicación.

En otros tiempos, ese tipo de respaldo se leía como protocolo; hoy equivale a reconocer que el municipio es terreno inestable y que el crimen organizado disputa no solo calles, sino legitimidades.

La Guardia Nacional y la policía municipal mantendrán el mismo esquema de protección que tenía Manzo. El secretario de Seguridad local afirmó que no hubo fallas en la custodia del alcalde. La afirmación dejó más preguntas que certezas. El asesinato ocurrió, precisamente, rodeado de agentes.

Ese es el dilema de fondo: cuando la protección no protege, lo que está en crisis no es solo el operativo, sino la autoridad misma.

LO QUE SIGUE

La toma de protesta no resolvió nada. Apenas abrió una etapa distinta:
– Gobernar con la sombra del asesinato.
– Gobernar mientras la sociedad exige justicia.
– Gobernar bajo la mirada de grupos criminales que ya probaron que pueden matar a un alcalde frente a todos.

En México, la gobernabilidad se ha vuelto un acto de resistencia.
En Uruapan, la resistencia tiene ahora nombre, rostro y duelo visible.

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