En Tabasco, como en muchas partes del país, las noticias sobre seguridad suelen quedarse en los titulares más evidentes: un hecho violento en Comalcalco, un enfrentamiento en Tenosique, un robo en Villahermosa.
Pero detrás del ruido noticioso hay cifras que hablan bajito, que se esconden en los reportes oficiales y que, si uno les pone atención, dicen mucho más.
Una de esas cifras cayó como una cubetada de agua en mayo de 2025: según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el 41% de los policías de Tabasco no tiene su acreditación vigente, pese a que en su momento aprobaron los exámenes de control y confianza.
No es poca cosa. En un estado donde la seguridad depende en gran parte de la capacidad operativa de sus elementos, ese dato pone en jaque no solo la confianza ciudadana, sino también la estructura misma del sistema de seguridad.
¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR SIN ACREDITACIÓN?
En términos prácticos, no tener la acreditación vigente es como traer la licencia de manejo vencida: se puede seguir en funciones, pero se está fuera del marco normativo. Para un policía, esto implica que aunque en su momento aprobó los controles psicológicos, toxicológicos, físicos y de entorno social, hoy está fuera del estándar nacional, y eso representa un riesgo.
Pero aquí en Tabasco, donde la cercanía entre policías y ciudadanos todavía existe en muchas comunidades, este dato no es solo una irregularidad administrativa: puede convertirse en un agujero por donde se filtre la desconfianza, el abuso o la impunidad.
MENOS POLICÍAS, MÁS INSEGURIDAD
A esta situación se suma otro problema: la fuerza policial se ha ido adelgazando. En 2020, había en Tabasco 11,119 elementos en activo. Hoy, cinco años después, apenas quedan 9,608, una pérdida de más de mil 500 agentes. Solo en el último año se fueron 518 elementos.
Esto no ha pasado desapercibido en las calles. En colonias de Villahermosa como Gaviotas, Indeco o Tamulté de las Barrancas, cada vez es más común ver patrullas compartidas entre sectores o rondines que se espaciaron. En comunidades de la Chontalpa o la Sierra, la presencia policial se ha vuelto casi simbólica.
“PASARON EL EXAMEN, PERO ESTÁN FUERA DEL ESTÁNDAR”
Otro dato preocupante: de los policías que sí pasaron sus exámenes de control y confianza, apenas el 51% conserva una certificación vigente. Es decir, la mitad de quienes ya demostraron ser aptos no ha podido actualizar su acreditación.
¿El motivo? Un cuello de botella en los procesos de revalidación: falta de personal, escasez de recursos y atraso en los trámites.
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Como ocurre con muchos trámites en el servicio público, los exámenes de control y confianza tienen una vigencia limitada, y si no se renuevan a tiempo, el elemento queda en la cuerda floja.
EN EL PENAL, LA SITUACIÓN NO MEJORA
Y si del sistema de seguridad hablamos, el problema no se queda en la policía preventiva. En el área de Prevención y Reinserción Social, los números también son rojos. De 784 agentes en 2020, hoy apenas quedan 696. Y lo más delicado: el 37% del personal penitenciario no pasó las evaluaciones de confianza.
Hablamos de custodios y personal administrativo que manejan población carcelaria en centros como el CRESET, donde los riesgos son altos y las condiciones laborales complicadas. En este tipo de entorno, tener personal no evaluado o no confiable es abrir la puerta a riesgos que todos conocemos bien.
En la Procuración de Justicia, tampoco se canta victoria. Aunque no se detallan cifras completas, se reconoce que el porcentaje de elementos no aprobados ha ido en aumento, afectando directamente a ministerios públicos, agentes investigadores y personal clave en la integración de carpetas.
¿ESTAMOS ANTE UNA CRISIS O FRENTE A UNA RECONFIGURACIÓN?
La respuesta, como casi todo en Tabasco, depende del cristal con que se mire. Esta situación puede leerse como una crisis silenciosa, una especie de corrosión institucional que, si no se atiende pronto, puede escalar.
Pero también puede leerse como una ventana de oportunidad. Si bien hay un gran número de elementos sin vigencia, muchos ya pasaron los exámenes y tienen el perfil para continuar.
Con una política de revalidación ágil, un reforzamiento de los procesos y un poco de voluntad política, Tabasco podría depurar y profesionalizar a su policía sin perder músculo operativo.
UNA RUTA PARA EL NUEVO GOBIERNO
Para la administración estatal que asumirá en 2025, esta es una de las tareas más urgentes. No bastan los discursos sobre seguridad; hay que invertir en el recurso humano.
Se requiere una estrategia que actualice acreditaciones, mejore salarios, y garantice condiciones de trabajo dignas para que los buenos elementos no se vayan y los no confiables salgan del sistema.
Tabasco necesita una policía confiable, profesional y cercana. Lo que está en juego no son solo cifras, sino la confianza del pueblo en una de las instituciones más visibles del aparato estatal.
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