La reciente crisis entre Estados Unidos y Colombia llegó a su fin con un acuerdo que, aunque evita un conflicto comercial prolongado, deja profundas heridas en la relación bilateral.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció que su gobierno utilizará el avión presidencial para garantizar el retorno digno de los deportados colombianos. Por su parte, la administración de Donald Trump declaró haber obtenido el “compromiso irrestricto” de Colombia para aceptar a sus ciudadanos deportados en aviones militares, aunque Petro se aseguró de recalcar que estos vuelos deben cumplir con estándares de dignidad y respeto a los derechos humanos.
El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Luis Gilberto Murillo, viajará a Washington en los próximos días para consolidar los términos del acuerdo, mientras que las sanciones arancelarias y comerciales anunciadas por Trump, incluyendo un arancel del 25% a las importaciones colombianas, han sido suspendidas temporalmente.
Trump, a mi no me gusta mucho viajar a los EEUU, es un poco aburridor, pero confieso que hay cosas meritorias, me gusta ir a los barrios negros de Washington, allí ví una lucha entera en la capital de los EEUU entre negros y latinos con barricadas, que me pareció una pendejada,…
— Gustavo Petro (@petrogustavo) January 26, 2025
Sin embargo, la suspensión de visas y las inspecciones reforzadas en aduanas continúan hasta que “la última carga de deportados colombianos” sea procesada, según la Casa Blanca.
Esta negociación, aunque evita una confrontación prolongada, ha generado críticas por la postura unilateral y agresiva de Trump, quien ha utilizado tácticas similares en el pasado para provocar crisis y luego proclamar su victoria. La estrategia, no obstante, ha dejado en evidencia las tensiones subyacentes entre ambos países, así como los desafíos éticos y políticos en torno a la crisis migratoria en el continente.
EL PUNTO DE QUIEBRE: LA DIGNIDAD DE LOS MIGRANTES
El conflicto estalló cuando Petro rechazó la llegada de vuelos militares con deportados colombianos, señalando que no estaban siendo tratados con “la dignidad que un ser humano merece”.
Un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) January 26, 2025
Por eso hice devolver los aviones militares estadounidenses que venían con migrantes colombianos.
No puedo hacer que los migrantes queden en un país que no los quiere; pero si ese país… https://t.co/U1MmWrNio1
La situación se agravó con denuncias de Brasil, cuyo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, exigió explicaciones a Estados Unidos por el trato “denigrante” hacia 88 ciudadanos brasileños deportados en condiciones inhumanas: amarrados de pies y manos, sin acceso a agua ni baños durante horas.
Estas acciones, calificadas por Petro como inaceptables, llevaron al mandatario colombiano a tomar una postura firme, señalando que su gobierno no permitiría el ingreso de deportados tratados como “criminales”.
Esta decisión desató una reacción inmediata de Trump, quien anunció aranceles punitivos, la suspensión de visas y mayores controles aduaneros a productos colombianos.
Petro respondió con medidas recíprocas y convocó a una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con la migración y el respeto a los derechos humanos como temas centrales.
🚨The Government of Colombia has agreed to all of President Trump’s terms pic.twitter.com/mQocusSGOC
— Karoline Leavitt (@PressSec) January 27, 2025
UN DISCURSO QUE DIVIDE Y POLARIZA
El discurso migratorio de Trump no es nuevo, pero el episodio con Colombia y Brasil marca un punto de quiebre. La deportación de migrantes en condiciones indignas no solo ha provocado indignación en América Latina, sino que también ha puesto en entredicho la ética de la política migratoria de Estados Unidos.
La narrativa de Trump, que busca posicionarse como un líder fuerte y decidido, recurre al racismo estructural y a tácticas de humillación para reforzar su imagen. Sin embargo, estas acciones no solo generan tensiones bilaterales, sino que también acentúan el aislamiento internacional de Washington.
La práctica de deportar migrantes en aviones militares, encadenados y sin condiciones mínimas de respeto, ha sido condenada incluso por líderes que tradicionalmente han mantenido relaciones pragmáticas con Estados Unidos.
EL COSTO POLÍTICO Y DIPLOMÁTICO
Aunque Trump proclamó su victoria en este conflicto, las repercusiones trascienden el ámbito bilateral. Estas tensiones subrayan la creciente insatisfacción de América Latina frente a las políticas migratorias de Estados Unidos. La crisis no solo afecta la imagen de Trump como un líder efectivo, sino que también refleja los límites de la hegemonía estadounidense en la región.
- Impacto en la diplomacia: La postura de Petro, al igual que la de Lula, evidencia un cambio en la dinámica regional, con líderes que desafían abiertamente a Washington.
- Costos económicos: La imposición de aranceles amenaza sectores clave en Colombia, como el petróleo y el café, mientras que el aumento de precios de estos productos podría afectar a consumidores estadounidenses.
- Aislamiento internacional: Con políticas migratorias cada vez más agresivas, Estados Unidos enfrenta críticas no solo en América Latina, sino también en otros continentes.
EL PANORAMA REGIONAL: UNIDAD O FRAGMENTACIÓN
La reunión convocada por CELAC, liderada por Honduras, busca coordinar una respuesta regional frente a las políticas antimigratorias de Trump. En este contexto, América Latina enfrenta un dilema: fortalecer su unidad o sucumbir ante presiones individuales de Washington. Países como México, que han mantenido una postura más cautelosa, podrían desempeñar un papel clave en definir el futuro de las relaciones hemisféricas.
Al mismo tiempo, la estrategia de Trump podría tener consecuencias a largo plazo para Estados Unidos. Aunque su administración posee la facultad legal para aplicar políticas antimigratorias, las medidas que violan los derechos humanos generan indignación internacional y socavan la legitimidad moral de Washington como líder global.
UN MODELO INSOSTENIBLE
Por más que Trump busque consolidar su imagen de hombre fuerte, estas tácticas terminan erosionando la influencia de Estados Unidos en el mundo. A diferencia de administraciones previas, que deportaron más migrantes pero evitaron generar crisis diplomáticas, la política de Trump no solo polariza, sino que también debilita la capacidad de Washington para negociar con aliados estratégicos.
La pregunta ahora es si América Latina logrará construir un frente unido frente a este desafío o si las tensiones seguirán marcando una relación desigual que afecta tanto a las economías como a los derechos humanos de millones de personas.
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