En el corazón de Tabasco, una universidad que nació para formar profesionistas técnicos y contribuir al desarrollo industrial de la región, está al borde del colapso financiero.
La Universidad Tecnológica de Tabasco (UTTAB), primera de su tipo en el estado, enfrenta una crisis económica de proporciones históricas: arrastra pasivos por más de 898 millones de pesos, generados en su mayoría durante las administraciones anteriores a 2019, cuando el esquema de corrupción conocido como la Estafa Maestra encontró en las universidades un canal perfecto para desviar recursos.
Hoy, la UTTAB no tiene otro camino más que enfrentar su realidad: sanear sus finanzas o cerrar sus puertas.
Ese es el mensaje implícito en la postura del gobernador Javier May Rodríguez, quien, sin rodeos, explicó que no se pagarán prestaciones extralegales que no estén respaldadas por el presupuesto. Con un tono de firmeza matizada por la apertura al diálogo, el mandatario fue claro: “Se acabó la época del dispendio”.
UN SISTEMA EDUCATIVO INNOVADOR, ATRAPADO EN EL PASADO
La Universidad Tecnológica de Tabasco forma parte del Subsistema de Universidades Tecnológicas, creado tras un estudio realizado en 1990 sobre modelos internacionales de educación superior. Inspirado en los sistemas de Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Japón, este esquema dio lugar a instituciones orientadas a la formación práctica y la inserción laboral rápida de los egresados.
Las primeras UT’s fueron fundadas en Nezahualcóyotl (Estado de México), Tula y Tepeji (Hidalgo), y Aguascalientes (Aguascalientes). La UTTAB se unió a este modelo en 1996, cuando el Gobierno de Tabasco donó un terreno de 25 hectáreas en el Fraccionamiento Parrilla II, en el municipio de Centro, para su instalación. En 2025, cumplirá 29 años de existencia.
Desde entonces, ha sido dirigida por cinco rectores: Walter Ramírez (1996-2000), José Francisco Fuentes Esperón (2002-2008), Saraí Aguilar Barojas (2008-2013), Fernando Calzada Falcón (2013-2018), y Lenín Martínez Pérez (desde 2019).

Su infraestructura refleja el sueño de una institución de vanguardia: cuenta con 90 aulas, 4 auditorios, 27 laboratorios de prácticas, centro gastronómico, biblioteca con sala de internet, planta piloto, laboratorio de Vehículos No Tripulados, Centro de Calibración y Pruebas, Centro de Capacitación Profesional, instalaciones deportivas y amplias áreas verdes.
Sin embargo, todo ese potencial hoy está amenazado por una herencia financiera insostenible.
HERENCIA ENVENENADA
El rector de la UTTAB, Lenin Martínez Pérez, expuso con datos duros el verdadero rostro de la crisis. De acuerdo con el diagnóstico financiero presentado esta semana, el pasivo total asciende a 898,315,979.36 pesos, de los cuales el mayor componente corresponde a créditos fiscales determinados por el SAT por servicios prestados a Pemex durante el auge de contratos irregulares.
En los ejercicios fiscales de 2011 y 2014, se facturaron ingresos por 271 millones y 1,086 millones de pesos, respectivamente, pero el SAT determinó créditos por más de 753 millones de pesos, que hoy se han convertido en una losa financiera para la institución.
A esto se suman 84 juicios laborales anteriores a 2019, con un costo estimado de 120 millones de pesos, y un adeudo con el ISSET del ejercicio fiscal 2017 por 9.6 millones de pesos, derivado del incremento en las cuotas patronales que fueron retenidas pero no enteradas. Buena parte de esta debacle financiera se fraguó durante los gobiernos de Andrés Granier Melo y Arturo Núñez Jiménez, cuyas administraciones impulsaron las peores prácticas de simulación, dispendio y omisión que hoy mantienen a la universidad al borde de la quiebra.
PRESTACIONES FUERA DE CONTROL
El punto de tensión más reciente está en las 24 prestaciones extralegales que exige el sindicato universitario, con un costo de 14,718,708.04 pesos anuales, no contempladas en el Convenio de Apoyo Financiero 2025. Este convenio, que establece un presupuesto conjunto de 151 millones 643 mil pesos (aportado 50% por la Federación y 50% por el Estado), solo considera 15 prestaciones legales.
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Entre las prestaciones que sí se pagan están aguinaldo de 40 días, despensa, prima vacacional, útiles escolares, seguridad social, y otros beneficios básicos. Pero el sindicato exige adicionales como aguinaldo extra, bonos por días conmemorativos, primas, quinquenios y apoyos diversos, lo cual, en el contexto de una institución financieramente al límite, resulta inviable.
EL ECO DE LA ESTAFA MAESTRA
Las administraciones de Granier y Núñez dejaron una estela de simulaciones, contratos irregulares y desvíos sistemáticos en la educación superior. La sombra de la Estafa Maestra, expuesta en 2018, sigue proyectándose sobre el sistema de educación superior en Tabasco.
El uso de universidades para simular servicios y canalizar recursos a empresas fantasma salpicó a varias instituciones. La UTTAB fue una de ellas, según confirmó el propio gobernador May Rodríguez: “Se dieron estas prestaciones fuera del marco legal, de forma irresponsable”.
Durante los sexenios de Andrés Granier y Arturo Núñez, se sembraron las condiciones que hoy germinan en crisis. El SAT y el ISSET exigen pagos, los juicios laborales se acumulan, y los recursos simplemente no alcanzan. Hoy, el rector de la UTTAB advierte que el 86% del presupuesto se va en servicios personales, y solo queda un mínimo para operación.
UN DILEMA SIN SALIDAS FÁCILES
La disyuntiva es clara: seguir pagando prestaciones y beneficios fuera de norma o garantizar la viabilidad de la institución. El gobernador lo resumió con claridad: “No vamos a reprimir, pero tampoco a ceder en excesos”. La solución pasa por el diálogo, el ajuste institucional y la responsabilidad compartida.
El caso de la UTTAB es sólo uno de muchos que muestran las secuelas de una década de corrupción institucionalizada. Pero también es una oportunidad para reformar, auditar y recuperar la confianza ciudadana en las universidades como espacios de formación, y no como engranajes de una maquinaria de simulación.
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