El Parque Museo La Venta conservará sus 33 piezas olmecas dentro del nuevo Museo Nacional de la Cultura Olmeca, un proyecto que resguardará y revitalizará el legado de la civilización madre de Mesoamérica en Tabasco.

Los 33 tesoros olmecas se quedan: así será el nuevo Museo Nacional de la Cultura Olmeca

En el corazón de esta ciudad, entre el fragor de los mercados y la humedad que todo lo envuelve, yace un santuario de piedra y selva: el Parque Museo La Venta, donde la grandeza de los olmecas resiste el paso del tiempo.

Allí, entre jaguares esculpidos en basalto y rostros enigmáticos cincelados con una destreza perdida, se teje una historia que el presente no puede permitir que se disuelva en el olvido.

Ahora, con el anuncio de la creación del Museo Nacional de la Cultura Olmeca, la memoria de esta civilización fundacional de Mesoamérica está a punto de ser resguardada con renovado celo.

UN SANTUARIO PARA LOS GUARDIANES DE LA HISTORIA

El gobernador Javier May Rodríguez ha sido claro: los 33 monumentos arqueológicos que hoy reposan en el Parque Museo La Venta no serán trasladados. Seguirán custodiados en su enclave original, tal como lo recomendó la Unesco, que alertó sobre la urgencia de proteger estas piezas precolombinas de los estragos del clima y la exposición prolongada.

La piedra, aunque robusta, no es inmortal; el intemperismo desgasta sus inscripciones y detalles, como si el viento y la lluvia intentaran borrar las marcas de una cultura madre.

Este museo no será solo un edificio, sino un puente entre el pasado y el porvenir. Según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el diseño final del recinto será presentado a finales de abril, en un trabajo conjunto con especialistas en arqueología, museografía y conservación. “No se trata de alterar o modificar el espacio, sino de fortalecerlo”, enfatizó el mandatario estatal.

CARLOS PELLICER: EL POETA Y SU MUSEO VIVIENTE

Para comprender la trascendencia de este proyecto, es necesario remontarnos a la esencia del Parque Museo La Venta, concebido por el poeta y museógrafo Carlos Pellicer Cámara en 1958.

Pellicer, con la sensibilidad de un visionario, rescató las colosales cabezas olmecas de la jungla de La Venta, en el municipio de Huimanguillo, para traerlas a Villahermosa, donde se convertirían en testigos silenciosos de la modernidad que crecía a su alrededor.

No se limitó a exhibirlas: las dispuso en un entorno de 6.8 hectáreas de flora y fauna tropical, donde el arte y la naturaleza dialogan. Aves exóticas, reptiles y mamíferos comparten espacio con los guardianes pétreos de la historia, una simbiosis que ha hecho de este museo el único al aire libre en América Latina dedicado a una cultura prehispánica.

EL RENACIMIENTO DEL LEGADO OLMECA

La construcción del Museo Nacional de la Cultura Olmeca es, en palabras del director del INAH, Diego Prieto Hernández, “una deuda histórica con la civilización que dio origen a las bases de Mesoamérica”. El proyecto busca elevar el valor del legado olmeca y posicionar a Tabasco como un referente cultural de primer nivel.

Este nuevo recinto no solo será un resguardo, sino una experiencia inmersiva para el visitante. Se prevé la integración de tecnologías de realidad aumentada, reconstrucciones digitales y narrativas interactivas que permitirán recorrer la cosmovisión olmeca desde una perspectiva contemporánea.

A través de exhibiciones dinámicas, se podrán conocer los secretos de sus rituales, su sistema de escritura aún enigmático y su influencia en culturas posteriores como los mayas y los zapotecas.

UN IMÁN PARA EL TURISMO Y LA IDENTIDAD TABASQUEÑA

El gobernador May Rodríguez ha subrayado que este museo será un detonante para el turismo cultural, atrayendo tanto a visitantes nacionales como internacionales. Su ubicación en Villahermosa, una ciudad con infraestructura hotelera y de transporte consolidada, permitirá que se convierta en un nodo estratégico en la Ruta Olmeca, que incluiría otros sitios como la Zona Arqueológica de La Venta, en Huimanguillo, y Comalcalco, donde el ladrillo de barro cocido cuenta una historia distinta, pero conectada en la gran urdimbre del tiempo.

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Pero más allá del turismo, la creación de este museo representa una reafirmación de la identidad tabasqueña. “Los olmecas no son solo parte de la historia: están en la sangre de nuestro pueblo”, apuntó el antropólogo Eduardo Merino, especialista en patrimonio mesoamericano. “Conservar su legado es un acto de justicia histórica”.

TRES MUSEOS, UN SOLO PROPÓSITO

Este museo se sumará a otros dos espacios culturales recientemente inaugurados en Tabasco: el Centro Cultural Quinta Grijalva, dedicado a la historia política del estado, y La Cacaotera, un tributo al cacao y su papel en la cultura mesoamericana.

Con esta triada de recintos, Tabasco busca fortalecer su oferta cultural y reivindicar su lugar en el mapa del turismo patrimonial.

La espera será breve. En abril se conocerán los detalles del proyecto, y con ello, el primer paso hacia un santuario moderno para la memoria olmeca. El eco de los antiguos escultores de basalto volverá a resonar en Tabasco, no solo en piedra, sino en un relato vivo que seguirá fascinando a quienes quieran escuchar su historia.

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