WASHINGTON.— El presidente Donald Trump ha vuelto a colocar los aranceles en el centro de su estrategia económica, anunciando gravámenes del 25% a todas las importaciones de acero y del 10% al aluminio.
Este movimiento, que afecta incluso a Canadá y México, desató reacciones inmediatas y advertencias sobre el impacto negativo que podría tener en una economía global ya golpeada por la inflación y los conflictos geopolíticos.
En su estilo característico, Trump, desde el Air Force One, declaró que los aranceles serán “recíprocos” contra los países que apliquen gravámenes elevados a productos estadounidenses.
“Si ellos nos están cobrando un 130% y nosotros no les cobramos nada, eso no va a seguir así”, enfatizó. Este endurecimiento de su política comercial plantea el riesgo de un nuevo ciclo de tensiones que recuerda la guerra comercial con China durante su primer mandato.
ARANCELES: UNA ESPADA DE DOBLE FILO
Para Trump, los aranceles son una herramienta de negociación y presión, pero también representan una apuesta arriesgada. Las tensiones con China, exacerbadas por los nuevos gravámenes del 10% a productos estadounidenses, mantienen a los mercados en alerta.
Pekín ya anunció represalias que entrarán en vigor el 10 de febrero, enfocadas en bienes clave por valor de 14 mil millones de dólares. Mientras tanto, se espera que Trump y el presidente chino, Xi Jinping, sostengan una llamada para negociar.
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No obstante, el discurso del mandatario estadounidense ha sido ambiguo. Por un lado, endurece su retórica contra China; por otro, muestra interés en colaborar con Xi en temas como la propiedad de TikTok o la búsqueda de una solución a la guerra en Ucrania. Esta ambivalencia refleja la complejidad de la agenda económica de Trump, que combina proteccionismo con una constante táctica de presión y concesión.
CANADÁ Y MÉXICO: ¿ALIADOS O BLANCOS?
El enfoque hacia Canadá y México es otro punto de inflexión. Trump acusa a ambos países de no hacer lo suficiente para controlar el flujo de migrantes y drogas ilegales hacia Estados Unidos. Sin embargo, tras lograr acuerdos temporales, el presidente pospuso los aranceles a la energía canadiense y productos mexicanos hasta el 4 de marzo.
Esta decisión refuerza la percepción de que Trump utiliza los aranceles como una herramienta de negociación más que como una política económica firme. “Hemos visto resultados inmediatos de México y Canadá”, afirmó Peter Navarro, asesor comercial de Trump, defendiendo el enfoque del mandatario.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, calificó la política arancelaria de “caos constante”, advirtiendo sobre los riesgos que implican estas medidas para la economía canadiense, en particular para sectores como el automotriz y el siderúrgico.
LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA: ENTRE ARANCELES Y RECUPERACIÓN
Las medidas arancelarias llegan en un momento delicado para la industria siderúrgica estadounidense, que atraviesa una de sus peores crisis desde el primer mandato de Trump.
Las siderúrgicas locales han señalado que el aumento de las importaciones afecta su rentabilidad, lo que llevó al mandatario a reforzar su discurso en defensa de la industria nacional.
La situación también se complica por la disputa entre la japonesa Nippon Steel Corp. y US Steel Corp., cuyo acuerdo de compra por 14 mil 100 millones de dólares fue bloqueado por el gobierno estadounidense. Nippon Steel ahora evalúa una inversión alternativa, mientras las empresas impugnan el bloqueo en los tribunales.
Trump dejó claro que no permitirá que compañías extranjeras controlen activos estratégicos en Estados Unidos, lo que refuerza su narrativa de defensa de la soberanía económica. Sin embargo, esta postura podría disuadir futuras inversiones extranjeras, esenciales para la recuperación del sector.
UN ARMA POLÍTICA PELIGROSA
Los aranceles han sido una pieza central del intento de Trump por rehacer la economía estadounidense. Su discurso apunta a reducir los déficits comerciales, proteger empleos y buscar nuevas fuentes de ingresos para financiar su agenda fiscal.
Sin embargo, los economistas advierten que estas medidas podrían tener el efecto contrario: aumentar los costos para los fabricantes, elevar los precios al consumidor y restringir el comercio internacional.
El temor a un aislamiento económico crece entre los principales socios comerciales de Estados Unidos, mientras analistas señalan que este enfoque podría aislar aún más al país en medio de una economía global interconectada. El dilema para Trump es claro: ¿hasta dónde puede tensar las relaciones comerciales sin desestabilizar su propia economía?
CLAVES DE LA NUEVA ESCALADA ARANCELARIA
- Acero y aluminio: Aranceles del 25% y 10% respectivamente.
- Aplicación global: No hay exenciones para países aliados como Canadá y México.
- Medidas recíprocas: EE. UU. impondrá gravámenes equivalentes a los aranceles extranjeros.
- Represalias chinas: Pekín aplicará aranceles a bienes estadounidenses valorados en 14 mil millones de dólares.
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