La política social no siempre se mide por el aplauso inmediato. A veces, su valor está en la capacidad de anticiparse.
En un contexto nacional donde el derecho a la vejez se ha centrado, con justicia, en las mujeres, Tabasco ha iniciado un movimiento complementario, dirigido a los hombres de 63 y 64 años, excluidos hasta ahora de los programas federales de pensión.
Con el programa Bienestar y Plenitud, el gobierno estatal está ensayando un modelo de inclusión que podría abrir debate, replicarse o tensionar el diseño nacional de la protección social.
El anuncio de que 17 mil 130 hombres tabasqueños ya se han incorporado a esta pensión bimestral de tres mil pesos permite dimensionar el alcance del esfuerzo. No es un gesto simbólico ni un piloto menor: se trata de un programa con calendario propio, reglas definidas y metas de cobertura claras.
Del 17 al 20 de junio se realizará el próximo pago, dividido por orden alfabético del apellido, en una operación logística que apunta a orden y transparencia.
PENSIÓN SIN RUIDO, PERO CON ESTRATEGIA
Al incorporar a los varones de 63 y 64 años al sistema de pensiones estatales, el gobierno de Javier May Rodríguez no sólo responde a una demanda silente, sino que anticipa una tendencia: la necesidad de universalizar los derechos sociales más allá de los sexos.
Con esta acción, Tabasco se convierte en el primer estado del país en reconocer la vejez masculina como una condición digna de respaldo institucional en ese rango de edad.
El programa no sustituye ni duplica los apoyos federales para mayores de 65, sino que complementa un vacío. A falta de esa pensión, los hombres entre 63 y 64 quedaban fuera del sistema.
La medida tiene implicaciones: reduce la desigualdad por omisión, nivela la cancha y genera, con datos en mano, una nueva narrativa sobre equidad social.
UNA LOGÍSTICA QUE REFLEJA INTENCIÓN POLÍTICA
Detrás de este programa hay algo más que voluntad social: hay organización estatal. El calendario de pagos, la bancarización mediante tarjetas, la división alfabética para el cobro y el sistema de incorporaciones en cinco etapas durante el año reflejan una intención estructurada.
Esta no es una ayuda discrecional, sino una política social articulada. Como ha señalado la secretaria de Bienestar, Mayra Paloma López Hidalgo, los próximos periodos de incorporación se realizarán en julio, septiembre y noviembre.
El reto no es menor: mantener la transparencia, evitar intermediarios y garantizar que el programa no derive en clientelismo.
Por eso el diseño del programa descansa en instrumentos bancarios, reglas de incorporación claras y una narrativa que lo separa del favor personal.
UN MODELO PARA OBSERVAR, NO PARA FESTEJAR ANTICIPADAMENTE
Tabasco está ensayando una pensión intermedia, entre los 60 y los 65, que podría abrir discusión nacional si sus resultados son medibles y sostenibles. Hoy, el estado se convierte en laboratorio social de un nuevo modelo de acompañamiento a la vejez.
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Lo hace sin estridencia, pero con determinación. Y lo hace en una coyuntura donde el envejecimiento poblacional y la informalidad laboral exigen soluciones.
La clave, como siempre, estará en la ejecución. De nada servirá la pionería si no se logra continuidad, cobertura total, transparencia y evaluación. Por lo pronto, Tabasco ha movido una ficha audaz en el tablero de la política social.
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